martes, 13 de octubre de 2009

Por voluntad de Dios


Por voluntad de Dios y la ayuda de muchas personas, he sobrevivido a una enfermedad Terminal que según todos los pronósticos, debería haberme matado hace ya años.

Si bien no existe garantía de que esto vaya a ser algo
definitivo, creo que es indudable que estoy viviendo más de lo que se podía esperar, es indudable que sigo mejorando y que abrigo la acertada esperanza de que algo podré hacer con mi vida, por lo que tengo planes para el futuro y puedo trabajar en hacerlos realidad.

Es por eso que quiero escribir esto, porque puede que mi experiencia sirva para quienes están e
nfrentándose con la inminencia de la muerte propia o de un ser querido. La proximidad de la muerte no es algo que afecte solo a quien la padece, acarrea graves trastornos también para quienes tienen relación con quien está padeciendo ese trance.

Yo lo he vivido, y he llegado a conclusiones que no pueden dejar de ser personale
s porque cada ser humano es un mundo distinto. Las circunstancias, mentalidad y espíritu de cada persona hacen que lo que es valido para una no lo sea para otra. Los médicos, psicólogos y guías espirituales aprenden esto de su propia experiencia, lo mismo que los enfermos, accidentados y soldados.

Los estudios hechos durante la guerra de Vietnam, medio siglo atrás, demostraron que la situación en que se encontraban los soldados norteamericanos, arriesgando la vida en una situación horrorosa, peleando por una causa que no les resultaba clara, con un ambiente humano y natural sumamente hostil, produjo entre ellos una enorme cantidad de drogadictos y enajenados mentales.
Sin embargo no todos los soldados terminaron drogándose o con problemas psiquiátricos porque no todos los soldados eran iguales, ni pensaban, ni reaccionaban igual. No obstante siempre resulta interesante escuchar a quienes superaron un trance difícil, en un grado u otro.

Mi experiencia personal se vio brevemente antecedida por la de mi padre, con sucesos muy parecidos, con un final diferente debido a que él, por diversas razones, debido a esos sucesos ahora está con Dios. El dolor de ver morir a mi padre (ahora lo se) fue uno de los detonantes para que mi pr
opia salud se viera afectada, pero dejare la aclaración de ese punto para otra ocasión.

La primera conclusión a que me ha llevado mi experiencia es simplemente la confirmación de algo que todos sabemos pero que inconcientemente no terminamos de aceptar. Yo no me di cuenta de lo rotunda que es esta verdad ni de la contundencia de sus consecuencias hasta que no padecí en carne propia las miserias por las que pasé. Esta realidad es que existe una estrechísima relación entre el cuerpo, la mente y el espíritu.
Somos todo nosotros una sola cosa. Lo que afecte al espíritu evolucionará hasta afectar la mente y esto terminará por provocarnos efectos en el cuerpo. También funciona en el sentido inverso y en ambos en simultáneo.

Estuve años internado en un hospital para enfermos terminales. Se suponía que como mucho duraría un par de meses. El lugar era una obra de caridad cristiana mantenido con donaciones de sus fieles pero jamás me preguntaron por mis creencias religiosas. Cuando me interné allí ya venía de otros tres hospitales en los cuales me habían desahuciado y en el último llamaron a mis parientes para decirles que preparen el velorio porque yo no pasaría de la semana, eso aún cuando había dilapidado todo el dinero y las propiedades que tenía para pagar costosísimos medicamentos y tratamientos (entre ellos tres dolorosas quimioterapias). En el tiempo que estuve enfermo me fueron gradualmente abandonando parientes y amigos, sobre todo cuando se me terminó el dinero. Tuve que recurrir a pedir ayuda de las instituciones públicas pero el médico encargado de darme la autorización para recibir esta ayuda, me la negó pues tras ver mi carpeta y la descripción de mi estado, dijo que no valía la pena gastar dinero en mí y que era más convenie
nte usarlo en alguien que tuviese esperanza de salvación. Cuando el médico me dijo esto yo ya no podía caminar, no podía comer, vivía con dolores muy intensos el día completo, no podía dormir y mi única paz la traía (hasta cierto punto) la morfina. Tenía metástasis en varios órganos, estaba hecho un esqueleto maloliente y amarillo con grandes áreas de la piel cubierta por llagas abiertas que supuraban pus y sangre el día entero.

Termine por salir de todo hospital porque ya solo esperaba morir.
Curiosamente en mi casa empecé a mejorar y para cunado me dieron asilo en el hospital cristiano del que hablé, ya podía caminar de vuelta y comía razonablemente bien. Aún así los médicos no me daban ninguna esperanza porque según su experiencia los enfermos terminales mejoran súbitamente justo antes de producirse su deceso. En realidad eso era lo que yo había visto en mi padre.

Sin embargo el tiempo pasaba y yo no me moría.
Estuve años internado y conocí a muchos otros enfermos. De muchos me hice amigo, y con inmenso dolor, a la mayoría de ellos los vi morir. Pero también vi mejorar a algunos. Conocí unos cuantos que muy lentamente comenzaron a reestablecerse, inclusive casos absolutamente desesperados. Hoy día tengo la satisfacción incomparablemente enorme, probablemente la mayor de mi vida, de seguir siendo amigo de ellos y verlos vivir sanos, o casi totalmente sanos, trabajando, compartiendo con sus seres queridos y sobre todo, felices. Obviamente estar vivo es más difícil que morirse, así que estos sobrevivientes tienen problemas y sinsabores como los tiene todo el mundo, pero ellos, como yo, han aprendido que los sinsabores son parte de la vida y que la satisfacción de despertarse cada mañana para seguir peleando constituye de por si sola suficiente felicidad.

¿Por qué algunos sobrevivieron a pesar de que toda lógica decía que eso era imposible?

Para empezar yo agradezco al estamento médico. La mayor parte de los trabajadores de la salud se muestran fríos y reservados, muy cautos para emitir opiniones o lanzar conclusiones apresuradas. No obstante he podido constatar que bajo esa apariencia son seres humanos con sensibilidad que ponen verdadero empeño en mejorar el estado del paciente y sus condiciones de vida. En mi caso la gran mayoría de los médicos, enfermeras y psicólogos que me atendieron han invertido sin dudar su tiempo, energías, conocimiento y hasta dinero, en ayudarme o tratar de hacer más soportable mi condición.


Ahora voy a contar algo que no les va a caer tan bien a los médicos que me atendieron: soy un convencido de que las terapias naturales sirven. Sin entrar a detalles que no atañen a lo que quiero llegar, les diré que una buena nutrición, el ejercicio moderado cuando es posible, la desintoxicación, la higiene, los antioxidantes, la meditación, la visualización positiva, la oración y productos naturales como el aloe vera, la uña de gato, la melatonina y el ging sen, en mi han obrado maravillas. Referente a eso opinare que también estoy convencido de que los mejores métodos de curación son aquellos con que el cuerpo cuenta naturalmente y lo más sabio es ayudar al propio organismo en el empleo de los sistemas de autorreparación con que la naturaleza le ha dotado. Los mejores médicos que he encontrado no niegan esto y los milagros de sanación que he visto han sido ayudados (no reemplazados) por terapias naturales.


Lo principal que quiero decir viene ahora. La gente que he visto morir estaba indefectiblemente o muy triste o muy enojada o había perdido todo deseo de seguir peleando. Esto último era casi siempre porque se encontraba abandonada, no recibía visitas o cuando iba alguien a verlo solo era para reprocharle cosas o hacerle sentir miserable. Le hacían sentir miserable ya por antagonismo o porque le demostraban una lastima inmensa. La triste verdad es que normalmente los parientes y amigos asumen que uno se va a morir inclusive antes que uno mismo y tratan de convencerte que tu historia ya terminó y que más vale que des el paso hacia el otro mundo lo antes posible así todos pueden seguir su vida tranquilos, vida de la que tu ya no eres parte y solo representas mala sangre y terribles gastos.


Esto último suena asqueroso, pero lo he visto suceder casi indefectiblemente en las enfermedades largas y lentas como el cáncer, donde en un momento dado el paciente queda imposibilitado de valerse por si mismo y solo se convierte en una fuente de inconvenientes para quienes lo conocen. Mi experiencia personal es que cuando me enferme recién me visitaba muchísima gente a todas horas todos los días. Un año después, salvo dos personas, nadie me llamaba ni por Navidad o mi cumpleaños.
Así que tengo una recomendación para parientes y amigos del enfermo: No lo abandonen. Las visitas, la compañía, el buen humor, hablar del futuro, ser positivo y dar esperanza, todas estas cosas pueden de verdad salvar la vida. Lo he visto muchas veces, en personas incluso muy mayores y en situaciones verdaderamente espantosas. A mi particularmente me ayudó muchísimo la fe en Dios. Hace años, la primera vez que los médicos avisaron a mis parientes de mi muerte inminente, no pude hacer otra cosa que pasarme los días llorando mientras sentía como me podría vivo a un ritmo acelerado. Pero a pesar del dolor y el asco que sentía por mi mismo, no dejaba de rezar y reflexionar. Mucha gente de distintas creencias se acercaba a mi para rezar y reflexionar. Todos, más allá de sus distintas creencias, me ayudaron mucho.

Mi primera conclusión es que es fundamental creer en algo.


Mientras oraba y pensaba me di cuenta que había sido muy feliz en mi vida. No siempre ni todo el tiempo, por supuesto, pero la evaluación final arrojaba una perspectiva muy optimista. Estaba muy feliz de haber vivido, de todo lo que aprendí y de las cosas que experimenté…pero quería seguir experimentando, aprendiendo, viviendo…
Hablaba mucho con Dios y le decía que aceptaba su voluntad. Le decía a Dios que yo sabía que el era mucho más sabio que yo y que estaba convencido de que lo que el decidiese sería lo mejor para todos. Incluido yo mismo. Le decía que si él había determinado que ya era mi tiempo, así yo lo aceptaba, pero era mi deseo seguir por aquí un rato más. Y no deje de pelear porque sentía que era lo que Dios quería que hiciera.

De una manera u otra Dios me ha dejado quedarme un rato más. Yo estoy inmensa y eternamente agradecido por ello.

Entonces lo que quiero decir a enfermos, sus parientes y amigos, es que hay que mantener la esperanza, ser compasivos, positivos, tener fe, orar y mantener la alegría siempre.

Se que es muy difícil mantener la alegría cuando se esta abandonado en una cama extraña, deformado, invalido, lleno de medicamentos y pinchazos sufriendo un dolor espantoso todo el tiempo, pero hay que buscar y gozar de cada felicidad por pequeña que sea. Recuerdo como en los hospitales todo el mundo aguardaba con ansia el momento del almuerzo, o la visita de alguien, o salir al patio a tomar tereré con otros enfermos, conversar con un anciano o recibir la visita de un niño cabezudo. Cuando a uno ya le falta todo es increíble como cada sonrisa que te dan se convierte en un monumental tesoro. Jamás neguemos tesoros como ese a quienes queremos o a nosotros mismos.

Estados alterados de conciencia.

¿Sabe usted donde esta?, ¿Sabe que expresión tiene su rostro?, ¿Tiene idea de la posición de su cuerpo, de lo que esta haciendo en el lugar donde esta, porque?. ¿Sabe quien es usted?.

Saber cualquiera de estas cosas es lo que constituye la conciencia. La conciencia es una función de la mente y del espíritu que nos permite ubicar nuestra realidad: quienes somos, que hacemos, donde estamos.

Lastimosamente la conciencia no es algo definido. Diferentes personas son concientes en diferentes grados. Mucha gente no es conciente por ejemplo de lo que esta dando a entender con sus gestos o ademanes, mucha gente no tiene una idea clara de quien o que, es o que se supone que esta haciendo. Esto en idioma alemán se designa con la palabra “Allbewusstsein” que es una conciencia vaga y difusa de la realidad. Es el estado en que vivimos casi constantemente, excepto en momentos claves, por lo común durante las crisis más graves, cuando todos nuestros recuerdos y conocimientos se nos hacen presentes todos al mismo tiempo tornándonos como mágicamente consientes de todo lo que es, fue y será. Pero nuestra conciencia, lo que creemos del mundo, depende de nuestros sentidos. Por ejemplo: todo lo que nos rodea esta coloreado de varios matices de tonalidades infrarrojas y ultravioletas, son diversos colores, pero no somos concientes de ellos porque nuestros ojos no los pueden ver, lo que es ultravioleta lo vemos violeta y lo que es infrarrojo lo vemos rojo. Otros animales si pueden ver estos colores y usan esta capacidad para reconocer alimentos y enemigos. Tampoco podemos oír sonidos de muy alta frecuencia por lo que los silbatos para perros no tienen ningún sonido para nosotros, escapan a nuestra conciencia. Esto llega a extremos tan fantásticos como que los físicos hayan afirmado que el universo en realidad tiene cuatro dimensiones espaciales (alto, largo, ancho y una más) pero como no tenemos sentidos ni órganos que se extiendan en la cuarta dimensión, esta nos resulta no solo fuera de nuestra conciencia sino imposible de imaginar si no es por analogías.

Lo interesante de que nuestra conciencia dependa de los sentidos es que eso significa que se la puede perfectamente engañar. Es lo que han hecho magos y prestidigitadores desde la más remota antigüedad y hacen ahora los cineastas (entre otros).
Pero es importante notar que no se puede engañar a la conciencia solo desde afuera, sino también desde adentro. Las condiciones de nuestro cuerpo (sobre todo de nuestro cerebro) modifican la forma en que percibimos las cosas. La película “Matrix” no esta lejos de la fantasía. Como todos nuestros sentidos no hacen sino codificar señales que reciben y convertir estas señales en impulsos eléctricos, bastaría con saber que impulsos eléctricos enviar al cerebro para hacer que se vea, oiga, huela o sienta cualquier cosa que el manipulador de esas señales eléctricas desee. La realidad entera es perfectamente manipulable, porque la única realidad que tenemos es la muy íntimamente propia y esta se puede alterar con impulsos eléctricos, radiaciones electromagnéticas, drogas, hipnosis, aislamiento sensorial, trances religiosos y mensajes subliminales en los temas de Heavy Metal.

Nuestra conciencia es muy variable, en consecuencia nuestra realidad. No obstante, se habla de “estados alterados de conciencia” para aquellas situaciones caracterizadas que hacen definitivamente que la conciencia que tenemos del universo no se corresponda con la que tiene la mayoría de la gente.

Aquí nombraremos algunos de estos estados alterados: La privación sensorial, los alucinógenos, las experiencias cercanas a la muerte y las alteraciones del lóbulo temporal del cerebro. Empezaremos por hacer notar como nuestro cerebro es una extraordinaria máquina para captar información y “digerirla”. Normalmente la información que el cerebro capta es colectada a través de los sentidos. Se huele, se ve, se oye, se gusta, se siente la temperatura. No obstante, la necesidad constante por procesar información hace que el cerebro ante la falta de estímulos tradicionales busque otros. Es conocido el caso de los ciegos que desarrollan extraordinariamente el olfato y el oído. Pero, ¿Qué pasa si faltan todos los sentidos?, ¿Qué será del cerebro humano vivo pero carente de visión, de ruido, de sensación táctil, de aromas, de sabores?.

La respuesta la tuvieron quienes décadas pasadas experimentaron con las cámaras de aislamiento sensorial.
Estas cámaras estuvieron muy de moda como método de relajación y encuentro con uno mismo en los setenta del siglo pasado. Eran unas recamaras herméticas, totalmente oscuras parecidas a un ataúd. Adentro imperaba una temperatura idéntica a la corporal y estaba llena de agua salada hasta su mitad. La persona se sumergía desnuda en estas cámaras y la misma era cerrada, dejando al “paciente” sin poder ver u oír nada, sin percibir olores, sabores, temperatura o siquiera peso, pues el agua salada evitaba que la persona se hunda.

¿Qué pasaba entonces? La persona empezaba (tras varias horas de estar así aislada de todo estímuklo externo) a ver luces. Pequeñas, simples primero, y cada vez más grandes variadas y complejas. Con esto se empezaba a oir primero música simple, luego elaboradas melodías en las que podían llegar a intervenir varios instrumentos y hasta voces humanas. Lentamente, pero en todos los casos, se iban dando alucinaciones. La persona olvidaba estar encerrada y empezaba a manejarse en un mundo totalmente manejado por su información y evidentemente construido en base a sus experiencias y actitudes. Llegado cierto punto se imaginaba personajes (existentes o no) con los cuales entablaba relación, ya sea conversando o compartiendo alguna aventura. Ya en 1931 (mucho antes que se pusiera de moda) el Dr. Hughlings Jackson propuso la teoría que cuando el cerebro no encuentra información externa para procesar, se vuelca con desesperación hacia el interior, trasformando las sensaciones corporales y las emociones internas en figuras y sonidos. Cuando se estudiaron los efectos de drogas como el LSD esto pareció factible ya que usualmente quien se droga con LSD puede escuchar un sonido pero “verlo” también con los ojos, puede darle forma a los olores o sentir el peso de las cosas en la distancia. La teoría del Dr. Jackson iba aún más allá y afirmaba que esto en realidad esta sucediendo constantemente en el cerebro, que la mente siempre esta combinando al azar datos distintos para ver si así llega a nuevos descubrimientos, que en esto consiste el sueño y que estamos todo el tiempo soñando, solo que no nos damos cuenta hasta que caemos en la inconciencia o se suspende el bombardeo con información proveniente del mundo externo. (Esto fue más tarde confirmado por el psicólogo Donald Hebb quien realizó experimentos de más de 24 horas de duración con estudiantes voluntarios. La conclusión fue que efectivamente estamos constantemente soñando, aunque no lo notemos).

Otro investigador, Ronald K. Siegel, propuso un complemento a esta teoría al proponer que “Cuando la luz de afuera cesa es la luz del interior la que alumbra, permitiendo ver moverse duendes que de otra manera nunca hubiéramos notado”.
Otras consecuencias de las cámaras de aislamiento sensorial fueron descubiertas años mas tarde y publicadas por el Dr. Denise Winn en un informe titulado “The manipulated Mind”, en él se demostraba que la sugestibilidad de las personas sometidas a este aislamiento aumentaba inmensamente, sobre todo si habían pasado más de 48 horas así privadas de sensaciones externas. La explicación que se animó a imaginar el Dr. Winn, fue que normalmente la psicología pone un filtro para que la conciencia no se percate de todo lo que pasa, ni exterior ni interiormente. Al encontrarse el cerebro en una situación en la que no había ya nada que filtrar del mundo exterior pues nada provenía de él, simplemente desconecto estas vallas de seguridad para lo que viniese de afuera, por lo que para la psique así afectada cualquier “sugerencia” proveniente del exterior pasaba a ser identificada como un deseo propio y en consecuencia llevado a cabo. Esto último resulto de sumo interés para las agencias gubernamentales de inteligencia. En otro libro “Inside the black room”, el Prof. Jack Vernon hace notar otra particularidad adquirida por la gente tratada en cámaras de aislamiento: la de controlar mucho mejor sus impulsos e instintos que las personas que jamás habían tenido semejante experiencia. El Prof Vernon teorizó que al no tener más que el interior de si mismos como mundo en el cual moverse, aquellas personas habían aprendido a manejarlo con mucha más destreza que quienes tienen que repartirse entre el mundo conciente y el inconciente.

Otra forma de alterar la conciencia la constituyen las sustancias alucinógenas.
Uno de los primeros en investigar las consecuencias de ciertas drogas en la mente humana fue Ronald K. Siegel, quien llego a la simple conclusión de que el acido lisérgico, los opiodes y otras sustancias, simplemente eliminaban la entrada de información del mundo exterior, la disminuían o alteraban radicalmente, haciendo a la psique presa fácil de los ataques de su mundo subconsciente y (como hemos visto) constantemente inquieto. Un colega de él, Brian Van Der Horst vio que las alucinaciones por drogas se iban dando dentro de un patrón, a saber, primero se veían figuras geométricas que lentamente parecen vibrar y empezar a pulsar, a los minutos empiezan a aparecer remolinos, espirales y túneles que parecen querer llevar a algún lado. Los colores e hacen muy vívidos y se empiezan a mezclar entre si, siempre empiezan por el amarillo, el rojo o el naranja y luego se tornan en infinitos. Se forman imágenes que danzan en torno al paciente, las cuales súbita o paulatinamente empiezan a adquirir formas definidas y llegan inclusive a entablar relaciones de distinto tipo con el afectado. La seguridad de hallarse en túnelos o grandes habitaciones es constante llegado cierto grado de profundidad en la alucinación.

Como curiosidad diremos que esto ya esta citado en un libro taoista chino de miles de años de antigüedad, donde se aclara inclusive que las luces provenientes de seres humanos tienen brillantes reflejos mientras que las de los “seres libres del fuego” se ven huecas, dándonos la pauta de que en ese estado de conciencia se podían percibir otros seres además de los humanos. También las experiencias cercanas a la muerte (NDE, near death experiences) son un estado en que la conciencia se ve radicalmente alterada. Testimonios de miles de testigos que estuvieron al borde de la muerte o clínicamente fallecidos por unos minutos, coinciden mayormente en los siguientes puntos:

1) Ven una luz brillante.
2) Se escucha música suave.

3) Se sienten flotar.
4) Sienten que un túnel o caverna muy oscura los traga.

5) Encuentran un borde, una frontera, un portón o un límite físico de algún tipo.

6) Encuentran un “Ser de luz”.
7) Comunicación telepática con quienes le rodean.

8) La visión detallada y analizada pero a velocidad increíble, de su completa vida.
9) Sienten que están en una especie de “examen”.

10) Se le da un mensaje de contenido moral.

11) El testigo vuelve a su cuerpo.

12) Como reacciona el testigo ante su experiencia varía enormemente de persona en persona.

Muchas personas también sienten que su cuerpo se parte en pedazos, lo cual es interesante porque esta sensación también es tenida por los chamanes en sus ritos con hongos alucinógenos y por muchas personas que reportan haber sido raptadas por seres extraterrestres.

Sobre las visiones de luces, túneles y remolinos, ya el Dr. Siegel las había identificado como un resultado de una especie de “tormenta eléctrica” que sacude al cerebro humano bajo ciertas condiciones y que se ve reflejada en los sentidos. Bajo ciertas tensiones este caótico comportamiento de las corrientes eléctricas del cerebro puede conducir a que la persona vea, escuche, huela o sienta cosas diversas que si bien uniformes por los arquetipos que todos los seres humanos compartimos, variaran enormemente en sus detalles de acuerdo a las condiciones culturales del individuo.
La teoría más ortodoxa señala que ante la falta de oxígeno el cerebro experimenta una de esas tormentas, por lo que no es de extrañar que se tengan visiones si la muerte está cercana. Los escépticos en la vida en el más allá citan como prueba que los pilotos de aviones ultrasónicos a gran altura experimentan visiones idénticas en los momentos que las maniobras de su avión evitan que el oxígeno les llegue al cerebro.

Alteraciones del lóbulo temporal.


Michael Persinger es el nombre de quien desde los sesenta condujo una investigación patrocinada por la CIA para estudiar la forma de volver mas sugestionables a los seres humanos. El objetivo final era convencer al enemigo en una guerra de que huya sin presentar pelea, a fin de evitar en lo posible las muertes.
Cuando empezó la investigación ya tenía datos de otras anteriores que demostraban la extraordinaria sensibilidad del cerebro a los campos magnéticos sin que nadie concientemente lo note, excepto tal vez, porque la imaginación del afectado se ve poderosamente incrementada. Empezaron haciendo experimentos en humanos con flashes de luz y luego emisiones intermitentes de ondas electromagnéticas. Al principio no lograron que la gente sea más fácilmente sugestionable, pero si lograron conseguir que tengan mucha mayor imaginación, específicamente, toda forma de imaginación relacionada con el lóbulo temporal del cerebro, esto implicaba entre otras cosas: la sensación de flotar, el movimiento muy rápido y sensaciones visuales extraordinariamente complejas. Persinger pronto llegó a la conclusión de que las experiencias de cercanía a la muerte, tenían profunda relación con el lóbulo temporal del cerebro, pues obtuvo idénticas visiones con leves estimulaciones eléctricas sobre este sector. Estas visiones incluyeron percepción desde fuera del cuerpo, la sensación de flotar, ser atraído hacia una luz, oír música, sensaciones de profunda trascendencia y significancia.

También descubrió que había una clara relación entre el perfil psicológico de la persona y su capacidad para tener visiones. Los individuos con tendencia a la epilepsia eran quienes más fácilmente vivían este tipo de experiencia bajo los estímulos adecuados. Un factor cultural pareció ser la falta de rigidez religiosa, pues también se dio con mayor facilidad el fenómeno en quienes a pesar de tener ideas religiosas no eran ortodoxos practicantes de sus creencias.


Arnold Mandell de la Universidad de San Diego, ha localizado en el sistema límbico un área que denominó “Circuito Septohipocampico Amidgaloide” y que muestra respuestas inmediatas a la privación sensorial y a ciertas drogas (alucinógenas). Esta región en el cerebro provoca en el individuo una sensación de profundidad o un estado de terror irracional.
Lo que ha resultado evidente es la relación entre el desarrollo que alcanza el lóbulo temporal y la capacidad y gusto por la imaginación en las personas. Un estudio realizado por Persinger entre fanáticos de la Ciencia – Ficción, la fantasía y otros géneros que apelan mucho a la imaginación, demostró que sus seguidores en general tenían un desarrollo del lóbulo temporal mayor que el común de la gente. Finalmente, se determino que durante las visiones provocadas ya sea por aislamiento sensorial, drogas o exposición a electricidad o descargas electromagnéticas, el área media del cortex central emite ondas sincronas lentas denominadas “estado de descanso alfa”, que coinciden con el tipo de onda que emite el cerebro de los místicos como espiritistas en estado de trance o yoghis en sus momentos de meditación.

Para concluir mencionaremos que ha sido verificada la mayor probabilidad de registrarse fenómenos de percepción extrasensorial (Telepatía, precognición) durante los estados de conciencia alterados que hemos nombrado pero que la experiencia de prolongarse por un plazo de tiempo largo, termina dañando el cerebro de la persona (es fácil verificar eso en los drogadictos). Es que debemos considerar que si bien bajo ciertos estímulos es más que probable que la mente humana adquiera capacidades descomunales que le lleven inclusive a percibir más allá de sus sentidos, es también indudable que no fue fisiológicamente diseñado para tolerar dichos estados por periodos prolongados, siendo estos solo una excepción cuyo manejo puede hasta resultar peligroso.