martes, 13 de octubre de 2009

Por voluntad de Dios


Por voluntad de Dios y la ayuda de muchas personas, he sobrevivido a una enfermedad Terminal que según todos los pronósticos, debería haberme matado hace ya años.

Si bien no existe garantía de que esto vaya a ser algo
definitivo, creo que es indudable que estoy viviendo más de lo que se podía esperar, es indudable que sigo mejorando y que abrigo la acertada esperanza de que algo podré hacer con mi vida, por lo que tengo planes para el futuro y puedo trabajar en hacerlos realidad.

Es por eso que quiero escribir esto, porque puede que mi experiencia sirva para quienes están e
nfrentándose con la inminencia de la muerte propia o de un ser querido. La proximidad de la muerte no es algo que afecte solo a quien la padece, acarrea graves trastornos también para quienes tienen relación con quien está padeciendo ese trance.

Yo lo he vivido, y he llegado a conclusiones que no pueden dejar de ser personale
s porque cada ser humano es un mundo distinto. Las circunstancias, mentalidad y espíritu de cada persona hacen que lo que es valido para una no lo sea para otra. Los médicos, psicólogos y guías espirituales aprenden esto de su propia experiencia, lo mismo que los enfermos, accidentados y soldados.

Los estudios hechos durante la guerra de Vietnam, medio siglo atrás, demostraron que la situación en que se encontraban los soldados norteamericanos, arriesgando la vida en una situación horrorosa, peleando por una causa que no les resultaba clara, con un ambiente humano y natural sumamente hostil, produjo entre ellos una enorme cantidad de drogadictos y enajenados mentales.
Sin embargo no todos los soldados terminaron drogándose o con problemas psiquiátricos porque no todos los soldados eran iguales, ni pensaban, ni reaccionaban igual. No obstante siempre resulta interesante escuchar a quienes superaron un trance difícil, en un grado u otro.

Mi experiencia personal se vio brevemente antecedida por la de mi padre, con sucesos muy parecidos, con un final diferente debido a que él, por diversas razones, debido a esos sucesos ahora está con Dios. El dolor de ver morir a mi padre (ahora lo se) fue uno de los detonantes para que mi pr
opia salud se viera afectada, pero dejare la aclaración de ese punto para otra ocasión.

La primera conclusión a que me ha llevado mi experiencia es simplemente la confirmación de algo que todos sabemos pero que inconcientemente no terminamos de aceptar. Yo no me di cuenta de lo rotunda que es esta verdad ni de la contundencia de sus consecuencias hasta que no padecí en carne propia las miserias por las que pasé. Esta realidad es que existe una estrechísima relación entre el cuerpo, la mente y el espíritu.
Somos todo nosotros una sola cosa. Lo que afecte al espíritu evolucionará hasta afectar la mente y esto terminará por provocarnos efectos en el cuerpo. También funciona en el sentido inverso y en ambos en simultáneo.

Estuve años internado en un hospital para enfermos terminales. Se suponía que como mucho duraría un par de meses. El lugar era una obra de caridad cristiana mantenido con donaciones de sus fieles pero jamás me preguntaron por mis creencias religiosas. Cuando me interné allí ya venía de otros tres hospitales en los cuales me habían desahuciado y en el último llamaron a mis parientes para decirles que preparen el velorio porque yo no pasaría de la semana, eso aún cuando había dilapidado todo el dinero y las propiedades que tenía para pagar costosísimos medicamentos y tratamientos (entre ellos tres dolorosas quimioterapias). En el tiempo que estuve enfermo me fueron gradualmente abandonando parientes y amigos, sobre todo cuando se me terminó el dinero. Tuve que recurrir a pedir ayuda de las instituciones públicas pero el médico encargado de darme la autorización para recibir esta ayuda, me la negó pues tras ver mi carpeta y la descripción de mi estado, dijo que no valía la pena gastar dinero en mí y que era más convenie
nte usarlo en alguien que tuviese esperanza de salvación. Cuando el médico me dijo esto yo ya no podía caminar, no podía comer, vivía con dolores muy intensos el día completo, no podía dormir y mi única paz la traía (hasta cierto punto) la morfina. Tenía metástasis en varios órganos, estaba hecho un esqueleto maloliente y amarillo con grandes áreas de la piel cubierta por llagas abiertas que supuraban pus y sangre el día entero.

Termine por salir de todo hospital porque ya solo esperaba morir.
Curiosamente en mi casa empecé a mejorar y para cunado me dieron asilo en el hospital cristiano del que hablé, ya podía caminar de vuelta y comía razonablemente bien. Aún así los médicos no me daban ninguna esperanza porque según su experiencia los enfermos terminales mejoran súbitamente justo antes de producirse su deceso. En realidad eso era lo que yo había visto en mi padre.

Sin embargo el tiempo pasaba y yo no me moría.
Estuve años internado y conocí a muchos otros enfermos. De muchos me hice amigo, y con inmenso dolor, a la mayoría de ellos los vi morir. Pero también vi mejorar a algunos. Conocí unos cuantos que muy lentamente comenzaron a reestablecerse, inclusive casos absolutamente desesperados. Hoy día tengo la satisfacción incomparablemente enorme, probablemente la mayor de mi vida, de seguir siendo amigo de ellos y verlos vivir sanos, o casi totalmente sanos, trabajando, compartiendo con sus seres queridos y sobre todo, felices. Obviamente estar vivo es más difícil que morirse, así que estos sobrevivientes tienen problemas y sinsabores como los tiene todo el mundo, pero ellos, como yo, han aprendido que los sinsabores son parte de la vida y que la satisfacción de despertarse cada mañana para seguir peleando constituye de por si sola suficiente felicidad.

¿Por qué algunos sobrevivieron a pesar de que toda lógica decía que eso era imposible?

Para empezar yo agradezco al estamento médico. La mayor parte de los trabajadores de la salud se muestran fríos y reservados, muy cautos para emitir opiniones o lanzar conclusiones apresuradas. No obstante he podido constatar que bajo esa apariencia son seres humanos con sensibilidad que ponen verdadero empeño en mejorar el estado del paciente y sus condiciones de vida. En mi caso la gran mayoría de los médicos, enfermeras y psicólogos que me atendieron han invertido sin dudar su tiempo, energías, conocimiento y hasta dinero, en ayudarme o tratar de hacer más soportable mi condición.


Ahora voy a contar algo que no les va a caer tan bien a los médicos que me atendieron: soy un convencido de que las terapias naturales sirven. Sin entrar a detalles que no atañen a lo que quiero llegar, les diré que una buena nutrición, el ejercicio moderado cuando es posible, la desintoxicación, la higiene, los antioxidantes, la meditación, la visualización positiva, la oración y productos naturales como el aloe vera, la uña de gato, la melatonina y el ging sen, en mi han obrado maravillas. Referente a eso opinare que también estoy convencido de que los mejores métodos de curación son aquellos con que el cuerpo cuenta naturalmente y lo más sabio es ayudar al propio organismo en el empleo de los sistemas de autorreparación con que la naturaleza le ha dotado. Los mejores médicos que he encontrado no niegan esto y los milagros de sanación que he visto han sido ayudados (no reemplazados) por terapias naturales.


Lo principal que quiero decir viene ahora. La gente que he visto morir estaba indefectiblemente o muy triste o muy enojada o había perdido todo deseo de seguir peleando. Esto último era casi siempre porque se encontraba abandonada, no recibía visitas o cuando iba alguien a verlo solo era para reprocharle cosas o hacerle sentir miserable. Le hacían sentir miserable ya por antagonismo o porque le demostraban una lastima inmensa. La triste verdad es que normalmente los parientes y amigos asumen que uno se va a morir inclusive antes que uno mismo y tratan de convencerte que tu historia ya terminó y que más vale que des el paso hacia el otro mundo lo antes posible así todos pueden seguir su vida tranquilos, vida de la que tu ya no eres parte y solo representas mala sangre y terribles gastos.


Esto último suena asqueroso, pero lo he visto suceder casi indefectiblemente en las enfermedades largas y lentas como el cáncer, donde en un momento dado el paciente queda imposibilitado de valerse por si mismo y solo se convierte en una fuente de inconvenientes para quienes lo conocen. Mi experiencia personal es que cuando me enferme recién me visitaba muchísima gente a todas horas todos los días. Un año después, salvo dos personas, nadie me llamaba ni por Navidad o mi cumpleaños.
Así que tengo una recomendación para parientes y amigos del enfermo: No lo abandonen. Las visitas, la compañía, el buen humor, hablar del futuro, ser positivo y dar esperanza, todas estas cosas pueden de verdad salvar la vida. Lo he visto muchas veces, en personas incluso muy mayores y en situaciones verdaderamente espantosas. A mi particularmente me ayudó muchísimo la fe en Dios. Hace años, la primera vez que los médicos avisaron a mis parientes de mi muerte inminente, no pude hacer otra cosa que pasarme los días llorando mientras sentía como me podría vivo a un ritmo acelerado. Pero a pesar del dolor y el asco que sentía por mi mismo, no dejaba de rezar y reflexionar. Mucha gente de distintas creencias se acercaba a mi para rezar y reflexionar. Todos, más allá de sus distintas creencias, me ayudaron mucho.

Mi primera conclusión es que es fundamental creer en algo.


Mientras oraba y pensaba me di cuenta que había sido muy feliz en mi vida. No siempre ni todo el tiempo, por supuesto, pero la evaluación final arrojaba una perspectiva muy optimista. Estaba muy feliz de haber vivido, de todo lo que aprendí y de las cosas que experimenté…pero quería seguir experimentando, aprendiendo, viviendo…
Hablaba mucho con Dios y le decía que aceptaba su voluntad. Le decía a Dios que yo sabía que el era mucho más sabio que yo y que estaba convencido de que lo que el decidiese sería lo mejor para todos. Incluido yo mismo. Le decía que si él había determinado que ya era mi tiempo, así yo lo aceptaba, pero era mi deseo seguir por aquí un rato más. Y no deje de pelear porque sentía que era lo que Dios quería que hiciera.

De una manera u otra Dios me ha dejado quedarme un rato más. Yo estoy inmensa y eternamente agradecido por ello.

Entonces lo que quiero decir a enfermos, sus parientes y amigos, es que hay que mantener la esperanza, ser compasivos, positivos, tener fe, orar y mantener la alegría siempre.

Se que es muy difícil mantener la alegría cuando se esta abandonado en una cama extraña, deformado, invalido, lleno de medicamentos y pinchazos sufriendo un dolor espantoso todo el tiempo, pero hay que buscar y gozar de cada felicidad por pequeña que sea. Recuerdo como en los hospitales todo el mundo aguardaba con ansia el momento del almuerzo, o la visita de alguien, o salir al patio a tomar tereré con otros enfermos, conversar con un anciano o recibir la visita de un niño cabezudo. Cuando a uno ya le falta todo es increíble como cada sonrisa que te dan se convierte en un monumental tesoro. Jamás neguemos tesoros como ese a quienes queremos o a nosotros mismos.

13 comentarios:

  1. Gracias loco! Gracias por estar acá y transmitir tu experiencia valiosa. Nos acerca más a lo que llamamos "condición humana" y nos deja en un estado de reflexión profunda. Gracias por traer la luz man.

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  2. Amigo Jorge, ere una persona realmente admirable. Gracias por compartir tu experiencia.

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  3. Sin duda, no podemos elegir la vida que queremos vivir. La vida nos es dada,y lo que sí debemos hacer es saber aprender, saber valorar e intentar sacar lo mejor de los que nos toca en la rueda de la infortuna.
    Me parece que tú has aprendido lo mejor que se puede aprender, el valor de un minuto, el de una sonrisa y sobre todo..el de la esperanza.
    Impactante lo que nos cuentas, pero lleno de esperanza y sabiduría. Me has erizado la piel.
    Gracias por compartir lo que tanto te ha costado con nosotros.
    Un abrazo.

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  4. Gracias por compartir este mensaje. Yo no creo en Dios, pero considero que una actitud positiva siempre nos ayuda a resolver problemas. Me alegra que estés vivo y con ganas de hacer cosas.
    Te mando un gran abrazo. Gracias de nuevo.

    Enrique Layna

    Ya está mi librito (es de bolsillo, muy pequeño). Espero tu dirección.

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  5. Es una excelente historia! te felicito... porque se que yo en tu lugar no lo hubiera podido superar.. Me has sacado lagrimas de los ojos.. Y lo que es mas, gracias a todo lo que escribiste ahora se que algunas veces nos ahogamos en un vaso de agua, cuando en verdad no hace falta... Y esto me hizo aprender que la vida vale muchisimo! ojala todos tomemos en cuenta tu experiencia y aprendamos de ella.

    Un abrazo..

    Tu compa de trabajo!!

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  6. Me parece espectacular tu relato de experiencia de vida, quizas asi uno pueda valorar extrañas circunstancias que tienen todo en contra pero se sale airoso y otras de las cuales parecen una idiotez y terminan en lo que llamo partida.
    Das animo y esperanza, eso en definitiva es creer en algo lo que sea que te da fuerzas para seguir. Me alegro que puedas contarlo con tanta simpleza para que todos lo puedan entender.
    Suerte!!

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  7. Sos un luchador, una persona demasiado culta y valiosa, estoy muy feliz de haberte conocido! Sos un espectáculo!!! Estoy feliz de compartir mi cumpleaños 23 con vos y Oscar! GRACIAS por enseñarme tantas cosas y escucharme! GEORGE SOS UN GRANDE!

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  8. Creo que has vivido una experiencia valiosísima y dolorosísima. Valiosísima porque sólo tú puedes llegar a saber en qué medida te ha cambiado positivamente por dentro. Hay personas que reabsorven el dolor y lo transforman en sabiduría y bondad. Creo que tú eres de esos y creo también que tienes una mente científica y fantástico literaria que puede rendir muchos frutos.
    Un abrazo. Fran.

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  9. Me acabo de enterar, increíblemente muchos meses despues de tu partida. Te llegue a ver en la calle una vez cruzando la esquina del Sanatorio Santa Clara con esas tus energicas y grandes zancadas... no me imaginaba que podias recaer. A la pucha amigo. Estoy viviendo recien ahora el dolor de tu partida... nunca mejor dicho: descansa amigo. Que pedazo de vida que viviste.

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  10. Me enteré hace muy poquito.
    Un beso, Jorge.

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  11. Un año y cuatro meses después de tu partida Jorge...aquí seguimos recordándote y disfrutando de tus letras. Siempre en mi corazón.

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  12. Jorge paso se que ya no estas, recuerdos imborrables amigo, se que tienes un lugar muy especial al lado de Dios.
    Te recuerdo siempre.
    Tu amiga eternamente.
    Eyina.

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